Deseo de perpetuar
una máquina asesina y mentirosa de poder, un último manotazo de ahogado de
sujetos que la palabra guerra la conocían de libros, que del verdadero campo de
batalla tenían dato de oídas de un superior en sus tiempos de cadete.
Sueños de juventud, adolescencia interrumpida
porque los obligaron a hacerse hombres, vistiendo su frágil cuerpo de un manto
verde. Serena marcha en un avión, el frío se hace dueños de su cuerpo,
incentivados ellos, la arenga del Sargento, propia de una final de fútbol
barrial. Pero no van a un partido, van a pelear con uno de los ejércitos más
preparados del mundo.
Pero si hasta parece
mentira que desde un escritorio, que sacude a quien se acerca del olor a whiky
, el vaivén de la mano derecha de un General que empuña un bolígrafo puede
comprometer la vida de tantos chicos. Un simple capricho que servía a los
efectos de legitimación de la figura de ambos
bandos, un acto de cruel cobardía, condenable desde cualquier punto
desde donde se lo mire.
¿No hubiese sido el diálogo
el mecanismo más efectivo?
Seguramente sí,
pero, como fue moneda corriente en esos años, la maldad se hizo trono, se hizo
imperativo, la sangre de los pibes volvió a regar nuestras tierras. Pero como
toda tierra fecunda que se riega, genera vástagos, genera sus retoños que se
hacen árbol, se convierten en fronda, arboleda. Siguen el combate, el recuerdo,
la lucha.
Esa es nuestra
tarea, no dejar que muera su esencia, su ideal de lucha, pero de ésta vez, sin
dejar que nadie nos condicione para auto legitimarse.
Lloramos a nuestros
muertos, traemos a nosotros su recuerdo, condenamos la guerra cual juego de
soldaditos, a sabiendas de nuestra escasa capacidad militar.
La Juventud Radical
de Coronel Dorrego homenajea a los caídos en Malvinas, Condena el accionar de
la Junta Militar e insta a la recuperación del Territorio Insular en el
Atlántico Sur, mediante vías no bélicas, pero certeras, siendo necesario,
recurrir a la Justicia Internacional.
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